La Europa de los ciudadanos

Las políticas de austeridad se han evidenciado como una receta contra la ciudadanía, contra el actual sistema democrático, y han contribuido al fracaso económico, social y democrático de nuestro entorno europeo. Jamás antes los pobres han sido tan pobres y se han visto tan desprotegidos, y nunca antes, la banca y las grandes fortunas han acumulado tal nivel de riquezas (todas ellas en detrimento de los más débiles).

Las instituciones europeas han optado por salvar a los bancos en lugar de a las personas, indicando claramente de qué lado están, perdiendo así toda legitimidad. Pero lo más grave no es esto, sino su decida intención de seguir por esta senda, la de los "rescates" y los recortes, que empiezan siendo económicos, y acaban siendo políticos, implicando un claro déficit en derechos sociales y laborales.  Y todo ello, a pesar del sentir inequívoco de la ciudadanía que ha inundado las calles de los países miembro manifestándose en contra de la troica y de sus políticas.

Es necesario plantear alternativas, creíbles y que tengan como único vector principal a la ciudadanía. Las personas somos en definitiva Europa. Otra cosa, o de otra forma, estamos ante construcciones políticas cuyo único propósito es reproducir y perpetuar esas desigualdades que son el origen de sus beneficios. Frente a la Europa de la austeridad, la Europa solidaria, la Europa de l@s ciudadan@s.

Esto implica claramente y sin titubeos, una ruptura con los tratados existentes, con la austeridad y con la naturaleza antidemocrática de la UE, destacando la cooperación entre los pueblos europeos como único elemento de discusión política válido. Igualdad entre pueblos, entre personas y entre estados. Significa acabar con el chantaje de los mercados financieros y devolver el poder a los pueblos, crear órganos legítimos y/o hacerlos legítimos. Creo firmemente en la construcción de una Europa desde la base, los pueblos, cuya principal norma de interacción sea la solidaridad entre ellos.