viernes, 17 de enero de 2014

¿Quieres ser mi Bush?


¿Quieres ser mi Bush? Este era el lema de un fotomontaje que circulaba por la redes con motivo de la visita de Rajoy a la Casa Blanca. Una burla definitoria, que escenifica claramente cuál y cómo son las relaciones que tiene nuestro país con los EE.UU. Una imagen que evoca tiempos pasados, con los que la derecha española se siente cómoda y que justifica; ser fiel siervo a un estado agresor, invasor  y cuyo compromiso con los derechos humanos y el derecho internacional queda evidenciado con la vergüenza de Guantanamo (mantenida también por Obma).

Todo lo que rodeó la visita fue excepcional, lo digo por lo ridículo. Vetos a los medios de comunicación, "regalos dispares" entre ambos mandatarios, agenda reducida encorsetada y apretada, fue una visita que pasó inadvertida en los medios de comunicación norteamericanos, y un largo etc. No se puede decir que la Casa Blanca nos prestara mucha atención que digamos. Al margen de estas cuestiones que pueden, o no, pasar inadvertidas, lo que sí es realmente preocupante es el papel sumiso que tradicionalmente hemos ofrecido desde Europa.

La política exterior de la UE basada, en teoría, en la defensa de los derechos humanos y de la democracia, principios que inspiraron la creación de  Europa y consagrados en la Carta de las Naciones Unidas y en el Derecho internacional, quedan reiteradamente pisoteados cuando la propia UE o alguno de sus estados miembros claudican de forma continuada en este tipo de encuentros bilaterales. No se puede mirar hacia otro lado, y se debe denunciar las vulneraciones siempre. Las medias tintas sólo conllevan pérdida de legitimidad y de credibilidad de las instituciones europeas.

Europa, debe tener un papel eminente, común, en pie de igualdad y en términos de equidad y justicia en el sistema internacional, otro cosa es seguir claudicando.


1 comentario:

  1. Europa requiere de personalidad propia, cuestión que demostró en repetidas ocasiones y por ende los gobiernos europeos también necesitan tenerla. La ciudadanía europea ( y mundial diría) exige de nuevas respuestas a nuevas problemáticas y/o coyunturas, a nuevos retos que obligan a los gobiernos a otear nuevos yacimientos de respuestas. Los europeos hemos sido engañados desde el inicio de Maastrich, engatusados con la "falsa" moneda única y acomodados con la falta de cohesión social. Es necesario que los gobiernos europeos escuchen nuevas voces y claros timbres que pongan en orden y den prioridad a la ciudadanía por encima de intereses mercantiles. Ya no vale la frase de "Bush-cate la vida...

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